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La oportunidad de un futuro sostenible

“Tras el profundo impacto global ocasionado por la pandemia de la COVID-19, afrontamos importantes riegos sociales, económicos y ambientales. Pero a la vez se nos presenta una oportunidad, quizás única, de redefinir un modelo productivo que garantice la sostenibilidad económica y ambiental”

El gran desafío tecnológico

 

 

El acceso universal a la tecnología ha supuesto una fuente de progreso sin precedentes a nivel global. Pero a su vez, su rápido avance y el consumo tecnológico masivo suponen un reto mayúsculo para dar respuesta a la gran cantidad de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) que se generan anualmente.

 

El consumo cada vez mayor de equipos eléctricos y electrónicos, unido a ciclos de vida más cortos y a las escasas opciones de reparación, han propiciado que los RAEE se hayan convertido en la categoría de residuos domésticos que más rápido crece en todo el mundo.

 

Recientemente se ha publicado el “Global E-Waste Monitor 2020”, fruto de la colaboración de la Global E-Waste Statistics Partnership (GESP), formada por la United Nations University (UNU), la International Telecommunication Union (ITU) y la International Solid Waste Association (ISWA), en colaboración con el United Nations Environment Programme (UNEP).

 

Este estudio internacional proporciona la descripción más completa del desafío global que suponen los RAEE, explicando cómo encaja en los esfuerzos internacionales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y analizando cómo crear una sociedad sostenible y orientada a la economía circular.

El estudio concluye que en 2019 se alcanzó un nuevo récord en la generación mundial de RAEE con un total de 53,6 millones de toneladas métricas, lo que supone un incremento del 21% en apenas cinco años. Además, prevé que la generación de estos residuos se elevará hasta los 74 millones de toneladas en 2030, duplicándose en apenas dieciséis años.

 

Pero la cifra realmente preocupante se refiere a que en 2019 tan solo se recogió y recicló el 17,4% de los RAEE a nivel mundial, lo que implica que, en lugar de ser recuperados para su tratamiento y posterior reutilización o reciclaje, fueron desechados.

Los RAEE que escapan a los canales adecuados para su recolección y tratamiento suponen un importante perjuicio para el medio ambiente y la salud humana y animal, debido a la presencia de sustancias potencialmente contaminantes como el mercurio, los retardantes de llama bromados (BFR) o los cloroflurocarbonos (CFC), entre otras.

La necesidad de una agenda común

 

 

A lo largo de los últimos años, se ha producido a nivel internacional un importante impulso de diversos aspectos con el común denominador de la sostenibilidad como eje central. Entre estas iniciativas, destaca el desarrollo de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, que establece un plan de acción orientado a favorecer a las personas, el medio ambiente y la prosperidad, fortaleciendo a su vez la paz universal y el acceso a la justicia.

 

La Agenda plantea con este fin 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que abarcan los ámbitos económico, social y ambiental. Entre otros aspectos, la Agenda exige un cambio del modelo productivo y de consumo, que pasa por la transición hacia un modelo de economía circular más eficiente en el uso de los recursos.

 

Es necesario por tanto minimizar tanto el consumo de materias primas y energía, como la generación de residuos, para lo cual algunos de estos objetivos adquieren una especial relevancia.

Objetivo 9: Industria, innovación e infraestructura

Contempla aspectos como la promoción de industrias sostenibles, los avances tecnológicos para encontrar soluciones frente a los desafíos económicos y ambientales, o la promoción de la eficiencia energética.

 

Objetivo 13: Acción por el clima

La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la adaptación al cambio climático y la inversión en el desarrollo bajo en carbono son algunas de sus líneas de actuación.


Objetivo 17: Alianzas para lograr objetivos

Las alianzas entre gobiernos, el sector privado y la sociedad civil son fundamentales, y deben ser construidas sobre el compromiso compartido con una visión, unos valores y unas metas que sitúen en el centro a las personas y al planeta.

La adecuada gestión de los RAEE puede contribuir de forma decisiva a la consecución de los ODS, especialmente en cuanto a paliar los efectos del calentamiento global, tanto por la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, como por la recuperación de materias primas.

 

Para contextualizar esta afirmación, cabe señalar que el mencionado informe indica que en 2019 se liberaron en la atmósfera 98 millones de toneladas de CO2 equivalente, procedentes de refrigeradores y aparatos de aire acondicionado desechados, que equivalen al 0,3% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

 

Por otra parte, las estimaciones apuntan a que se perdieron de este modo en torno a 57.000 millones de dólares en materiales recuperables, una cifra superior al producto interior bruto (PIB) de la mayoría de los países del mundo.

Hacia un genuino cambio cultural

 

 

Indudablemente, la pandemia de la COVID-19 ha hecho tambalear los cimientos de sociedades y economías de todo el mundo, y si bien la recuperación plantea fenomenales retos, también tenemos ante nosotros grandes oportunidades.

 

Según un estudio elaborado por la Asociación Española de Directivos de Responsabilidad Social (DIRSE) y la firma de servicios profesionales Ernst&Young, el 86% de los profesionales relacionados con la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) cree que su función cambiará en la “nueva normalidad”, concediendo una mayor prioridad a la salud y a la digitalización, y el 64% opina que los cambios serán permanentes.

 

La reconstrucción tras la pandemia de la COVID-19 estimulará las políticas de RSC con cambios sustanciales ante la preocupación creciente por la salud, el impacto social y el talento digital. Cabe por tanto esperar un cambio cultural en las empresas y administraciones en los años venideros, con la adopción de nuevos valores y formas de trabajar que concedan una mayor importancia al bienestar de las personas y la conservación del medio ambiente.

 

En este cambio, podemos prever que la tecnología será un elemento clave de presente y de futuro. Y ante esta realidad, el impulso de un modelo de economía circular más eficiente en el uso de los recursos disponibles y orientada a la sostenibilidad en sentido amplio será fundamental.

 

No obstante, una transformación de este calado requerirá una reformulación del modelo productivo, que incorpore aspectos como la prevención en la generación de residuos, la preparación para la reutilización cuando sea factible, y el reciclaje de los residuos para la recuperación de los materiales que contienen, evitando la extracción y consumo de los recursos naturales finitos. Porque de ello dependen tanto la recuperación de la economía como el futuro de nuestro planeta.